cyberconde
Thursday, February 26, 2004
Infante Martín Corona
Presente
Estimado homónimo de personaje de película predroinfanstesca:
Como le comuniqué en la pasada ciber epístola, Gregorio Samsa IV y un servidor nos fuimos a olvidar nuestras penas al carnaval de Veracruz. Disfraz no nos hacía falta, nuestros atuendos cotidianos son idóneos para estas fiestas carnestolendas.
Después de tres noches de transitar por el territorio del mal en medio de la anarquía impuesta por el rey Momo, en la madrugada del martes carnavalero, en el malecón y entre la suave bruma, vimos la quijotesca silueta del bardo de Córdoba, el caballero 31 (sí, sabemos que son 30 en esa ciudad veracruzana cafetalera y cañera, pero este poeta es un outsider por naturaleza y no lo contaron para la leyenda) recitar una paráfrasis del famoso poema Romance sonámbulo de Federico García Lorca. Así, enfundado en su traje de arlequín, lanzaba sus versos al viento frente al faro de Carranza.
“Verde que no te quiero verde/ Verde pus. Verde lanas/ El dólar sobre tu mal / Y el tucán muerto con guadaña / Con las manos en la cintura/ El Niño sueña con sus playas/
Verde chingaderas, pedo verde/ Con ojos de fría plata/ Verde que das asco Niño Verde.
A través de la cámara gitana/ El público lo está mirando/ Y él no puede mirarnos.”
¡Bravo, bravo!- aplaudimos el ingenio del bardo cordobés y nos acercamos cautelosos, pues es sabido que el intrépido versador es el mayor matador cucarachas de Veracruz. La cautela, claro, venía por mi amigo Samsa IV.
Con su cabello enmarañado y los confetis pegados al rostro por el interminable sudor, el poeta nos recibió son su permanente sonrisa irónica.
-¡Salud! ¡Salud! Brindemos por los divertidos capítulos de nuestra imberbe democracia, por el santo chiquillo vicente fox, por el pensamiento pueril de martita y por el siempre niño verde (sí, con minúsculas, pues estos nombres no alcanzan la distinción honorable de las mayúsculas, pues lo único mayúsculo en ellos son sus escándalos o sus tonterías). Caray, no nos dan tregua con tanta estupidez y tanto cinismo –y tomando su tarro rebosante de cerveza brindó con nosotros.
Claro que el comentario venía a partir del descubrimiento de lo que ya sabíamos y que a través de un video espía nos reafirmó: el lodazal en el que se revuelca la oportunista familia González Torres que han hecho de un partido político su mejor divisa para enriquecerse y no para defender realmente el medio ambiente, pues como algún día dijera el nefasto niño verde ante estudiantes mexicanos becados en Estados Unidos: “A mí la ecología es lo que menos me importa, yo represento intereses”.
– Y pensar que estaba contra el Big Brother y vean ahora, gracias a la cámara escondida podemos ver segmentos de la realidad política y con la misma capacidad mental y calidad moral de los hermanitos que levantan el raiting del morbo– se regodeaba el viejo lobo del mal en sus palabras.
Seguidor de cuanto árbol genealógico puede escudriñar, el disfrazado de arlequín nos recordó que también pertenecía a la familia de los tucanes de Tijuana (es decir, son tan falsos que ni son tucanes ni mucho menos de Tijuana., igual que el grupo norteño) el famoso Dr. Simi, Víctor González Torres, quien aspira a ser presidente de la República.
Aquí andaban regalando condones al por mayor, bueno, otros aspirantes políticos también –intervino tímidamente Gregorio Samsa IV– sólo que con el simicondón intenté decirle a Luz Elena González que me enseñara a usarlo y ni caso me hizo.
– Nos han chamaqueado y nos volverán a chamaquear, eso se sabrá– se erigió como gran profeta el fino cordobés.
Estábamos en esas disertaciones cuando sonó mi teléfono. Una llamada más del Niño Héroe, el bachiller Bravo.
– Dos noticias- se oyó su voz por el auricular- una buena y una mala. La buena, murió Salinas. La mala, no se hagan ilusiones, fue el papá.
Curado de chamaqueadas, mejor invité a Gregorio Samsa IV a perdernos en las horas interminables de lo que quedaba del carnaval para irnos por unas chamacas y chamaquear a nuestra manera.
Brindamos con el poeta de Córdoba, el caballero 31, y nos fuimos tras unas rumberas que sonreían abierta y francamente para invitarnos a disfrutar la vida en el desborde de pasiones que son el meollo del carnaval.
Y ahora sí, recitando los verdaderos versos de García Lorca, el bardo nos despidió: “Ya suben los dos compadres/ Hacia las altas barandas / Dejando un rastro de sangre / Dejando un rastro de lágrimas / Temblaban en los tejados / Farolillos de hojalata / Mil panderos de cristal / Herían la madrugada”.
Such is life
Salud
Conde de Saint Germain, duque de Los Berros y fisgón de videos morbos, que son más saludables que las asquerosidades del niño verde.
Estimado Conde de Saint Germain:
Nada me es más grato que volver a leer cotidianamente sus misivas, más aún la suma del infante Miguel Martínez, quien amablemente se suma a esta mojiganga cómico-mágica-musical. Le envío por medio suyo un abrazo a los insignes personajes de sus aventuras, a excepción de bichos (no del tipo Samsa) bichos de verdad.
Un abrazo con todo mi aprecio y admiración por la disponibilidad para seguirnos comunicando semi privada, semi pública, pero por entero impúdicamente.
Atte. Martín Corona.
Thursday, February 19, 2004
Estimado imposible hombre impasible:
Me relajaba en la tarde después de un arduo día compartiendo las botanas y las bebidas donde la hostería del barón Venegas cuando sonó el teléfono, era el bachiller Bravo para informarme que: “¡Salinas estaba enfermo y había sido internado en el hospital!”.
Me alegré y le dije: “Perfecto, que se lo lleve el diablo”.
Del otro lado de la línea, riéndose sarcásticamente oí la voz burlona y juvenil: “Así es, pero se trata del papá”.
Al rato suena de nueva cuenta el teléfono, otra vez el bachiller, también conocido como Diego el Niño Héroe, por lanzado: “¡ Se murió Echeverría Álvarez!”.
Retorciendo uno poco el cable del auricular comenté molesto: “¡Méndigo! Y se fue sin ser juzgado por tanta muerte en 1968 y en la cochambrosa guerra sucia”.
Otra vez, el comentario sarcástico del rapaz bachiller: “Ja ja, sí, pero Rodolfo, el hermano”.
Claro, me sentía como un tonto y de nueva cuenta el ring inundó la sala. Me lo debí imaginar, la voz bromista en la línea: “¡Acaba de morir como perro José López Portillo”.
Ya no le creí, pensé que era otra vacilada, colgué y mientras pasaba los canales televisivos vía control, veo a la fuente viperina, que no informativa, de Paty Chapoy, dando la noticia del fallecimiento del Jolopo mientras Sasha Montenegro se alistaba para ir al hospital por el envejecido cuerpo del quien fuera el hombre del poder en México de 1976 a 1982. Busqué algo más confiable, Javier Solórzano en la radio, pero el ronquito del dial decía que no estaba confirmada la noticia.
Me sentía burlado por todos, más tarde se confirmaría la noticia. El frívolo, el histrión presidencial, el cínico del nepotismo, la puerta abierta a la corrupción, el que impuso como jefe de la policía al “Negro” Durazo, el protector de “La Quina”, el que logró que las generaciones nacidas en la década de los 80 hicieran de la palabra CRISIS su proyecto de Nación, ya se iba con su patética vida a cuestas,
El retruécano informativo que me había provocado el bachiller Bravo con sus bromitas, me motivó a salir a la calle para pasear por el parque y maldecir a los gobernantes que han hundido a este país. Al encender un cigarrillo, vi una figura extraña sentada en una banca, era como un espectro entre la niebla invernal de esta noche de febrero. Me acerqué y lo reconocí, era Gregorio Samsa IV, descendiente directo una dinastía checa que tenía tiempo de vivir por estos lugares. Ahí estaba solo, hundido, como siempre, en su pozo de soledad y tristeza.
Lo saludé y con trabajos levantó la vista del suelo. Un “ah-eres-tú” salió de su cansada, lenta, pastosa voz. Sentí que no era momento para hablar de política y traté de indagar sobre la pesadumbre del señor Samsa.
Me fue contando su permanente vida kafkiana y estaba dolido porque ese día le habían pedido su retiro voluntario en la oficina donde había aportado sus mejores 20 años laborales como personal de confianza. Nunca había intentado ser sindicalizado porque sus jefes le decían el clásico “espera, si me apoyas, te irá mejor”. Y había visto pasar hombres del sistema delamadristas, salinistas, zedillistas y ahora tenía esperanzas con los foxistas y esta noche estaba tratando de pensar cómo reconstruiría su vida laboral a partir de mañana.
Él que tanto había hecho por sus jefes, él que siempre estaba dispuesto a todo, él que sacrificaba vacaciones y días festivos, él que se negó al amor por dedicarle todas las horas a su trabajo, ese mismo soldadito burocrático, el Gutierritos finisecular, mañana tenía que presentar su retiro voluntario con un original y 20 copias para repartir en diversas dependencias y sin haber cobrado estas primeras quincenas porque “el plan de austeridá así lo exige mi’jo, además, de qué te preocupas, ni’ijos tienes” le había dicho el administrador en la mañana mientras salía de su boca el olor de cebolla de las gorditas que se había acabado de desayunar el infeliz frente a la cara mi amigo Gregorio.
-Pero sabes qué mi conde- me dijo el buen Samsa agitando sus delgados brazos velludos- estoy hasta la madre, eché mi vida a la basura sin provecho alguno, si tan solo hubiera sido del sindicato y siguiera estos pasos cotidianos al pie de la letra...
De su saco viejo sacó un papel hecho chicharrón y con voz de líder empezó a repasar:
1. Calendarizar actividades. Revisen desde inicio del año cuántos puentes, días festivos y vacaciones hay para acomodar los permisos económicos correspondientes y programar las enfermedades.
2. Hacer de este país un México de lectores, no importa que lo único que leas en la oficina sean los catálogos de todo tipo de productos en venta y la sección de oportunidades del periódico junto con la nota roja y la sección deportiva.
3. Convertir la oficina como una extensión del mercado donde se puede comprar de todo incluyendo comida, claro.
4. Hacer reuniones de trabajo para discutir el capítulo de la telenovela de éxito, el partido de fútbol y, por supuesto, el chisme del momento en la oficina.
5. Aprender a usar la PC para checar emails, enviar y recibir chistes, probar compras por Internet, chatear a placer, buscar juegos y páginas porno.
6. Organizar tandas y las “vaquitas” para los Pronósticos Deportivos, el Melate y la Lotería Nacional.
7. Planear una ida a cualquier congreso para viajar con todos los gastos pagados, pasear. comprar y hasta ganar una lanita extra con los viáticos.
8. Escribir y escribir actas que consten que se violan las cláusulas del contrato colectivo.
9. Organizar las fiestas de cumpleaños del jefe, del administrador y del líder sindical.
10. Ah, y a veces dedicarle un rato al trabajo no sin antes buscar la forma de que el reloj checador nunca funcione.
Así mi vida hubiera sido feliz y estaría sólo esperando el momento de mi jubilación –se lamentaba Samsa IV- pero no, esta mañana mi jefe, egresado de una universidad particular, me informó que me pagarían los dos meses que trabajé, me recomendó que no desaprovechara el dinero y lo invirtiera en un changarro. De la renta y los demás pagos de servicios que tengo que hacer, mejor ni hablo.
Invité a mi amigo Gregorio Samsa IV a caminar. Le comenté que por estos días no se preocupara, yo lo apoyaría y como prueba enfilamos hacia la ruta del carnaval. Ante tantos males - lo tranquilicé- no nos queda más que ponernos como cucarachas.
Sonó mi celular. De nueva cuenta el bachiller Diego: -¡Apresaron a Nazar Haro!-
-Ajá, y tú mamá también- sonreí, colgué y le pasé mi brazo sobre los hombros a mi kafkiano amigo para enfilarnos hacia los terrenos anárquicos y momentáneos del Rey Momo. Seguro acabaremos fumigados.
Reciba un abrazo. ¡Salud!
Conde de Saint Germain, duque de Los Berros y caballero de la orden de las cucarachas de oficina.
Querido Conde:
Thursday, February 12, 2004
Estimado cybereditor de locuras inocuas:
Dormía tranquilamente en mis habitaciones cuando el Macalachimba, mi chofer, llegó corriendo para despertarme y recordarme que tenía que mandarle mi colaboración para su nueva cyber aventura literaria. La verdad no lo tenía en mis asuntos pendientes pues en altas horas de la madrugada he acabado de compartir los vinos con el preste Baudolino, el Mentiroso, quien, al igual que un servidor, nos la hemos pasado en el transcurso de los siglos buscando el Santo Grial...y no lo hemos encontrado.
Por lo tanto, no tenía contemplado sentarme a teclear mis desvaríos, sin embargo, la insistencia del inoportuno chafirete me tiene aquí, pues desde que tiene su propia PC y lo ingresó a usted en su lista de msn, no deja de jeringarme con que me ponga a trabajar para su merced. Sin embargo, ya me conoce, tengo asuntos más importantes que atender que ponerme a redactar locuacidades.
¿Vale la pena asomarse a la realidad de este país?
Para divertirse, puede que sí. Para lamentarse, parece demasiado tarde. Para tratar de hacer algo, ¡vayan sirviendo las otras!
En mi trashumante vida a través de los siglos, jamás había visto un presidente tan débil y mangoneado como Vicente Fox. Vive bajo las órdenes de Bush; sigue al pie de la letra las indicaciones de los pocos poseedores de la verdadera riqueza económica del país; su mujer lo manipula a su antojo para tener el sartén por el mango, y no precisamente para cocinar, sino para hacerse cada día de más poder; los narcos imponen sus leyes, reparten territorios, asesinan, desaparecen enemigos; la encargada de Asuntos Indígenas Xóchitl Gálvez declara a la prensa en la cara del propio amigocho de Los Pinos que en relación con la solución de los problemas de México “está cabrón”; y nada más para no seguirle, la dejamos en que hasta un grupo de viejitos le invaden su rancho San Cristóbal. Y ¿Dónde está el piloto?
Recuerda, mi estimado, que siendo candidato el hombre de las botas acusó a Labastida Ochoa de “mariquita” y “mandilón”. Hoy tenemos que soportar hasta intimidades de la reina de la hipocresía conocida como Marta Sahagún declarando “yo no tengo un macho en casa”.
El Club de Tobi reclama, sesiona y ya le rompió su credencial de miembro honorario al que en algún momento de la campaña fuera el ídolo de las multitudes y rompecorazones de damas despistadas.
Este bato guanajuatense no sabe que a las mujeres ambiciosas ni todo el amor ni todo el dinero, porque mire nada más esa obsesión frenética de querer ser presidenta formal y quedarse seis años más en Los Pinos bajo el lema de “Ignorancia efectiva, sí reelección”.
Como estos señores no leen libros, ni revisan la historia, ni les interesa las críticas, los chistes les vienen guangos y hacen del cinismo un estilo de vida como su modelo Bush, no saben lo que en alguna ocasión escribió mi amigo Maquiavelo: “Y puesto que el tema lo exige, no dejaré de recordar al príncipe que adquiera un Estado nuevo mediante la ayuda de los ciudadanos que examine bien el motivo que impulsó a estos a favorecerlo, porque si no se trata de afecto natural, sino de descontento con la situación anterior del Estado, difícil y fatigosamente podrá conservar su amistad, pues tampoco él podrá contentarlos”.
Por eso no quiero escribirle, estimado cybereditor, porque sólo de ver cómo la ineptitud reina en los tiempos actuales y hacen de las poblaciones carne de cañón y escenografía para las fotos y le video, me llena el hígado de piedritas. Pensaré en enviarle mis colaboraciones sólo en respeto de aquellas bacanales interminables que hemos compartido juntos. Mientras, me dispongo a continuar buscando el Santo Grial junto con mi compadre Baudolino. Ahí luego le cuento cómo nos va.
A manera de reflexión le envío estas letras del maestro Eliot.
El infinito ciclo de las ideas y los actos,
Infinita invención, experimento incesante,
Trae conocimiento del cambio, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras e ignorancia del Verbo.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la Vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?
T.S. Eliot, Coros de la roca (1934).
Salud.
Conde de Saint Germain, duque de Los Berros, arcipreste de las invasiones nocturnas.